Frases de la película La hija oscura (The Lost Daughter)
- ¿Cuántos años tienes?
- Cuarenta y dos.
- Tienes una hermosa panza.
- Es una niña, ya sabes.
- ¿Cuánto te falta?
- Dos meses. Mi cuñada tuvo la suya enseguida. Yo tardé ocho años.
- Estas cosas suceden cuando suceden.- ¿No tienes hijos?
- Sí, tengo dos hijas.
- ¿Dónde están? ¿Cuántos años tienen?
- Bianca tiene 25 y Martha, 23.
- ¡No! Eres muy joven. Debes haberlas tenido temprano.
- Tengo 48.
- A la mierda. No. Te ves muy bien. Pensábamos que no tenías más de 40.Los hijos son una responsabilidad aplastante.
- Fue aterrador. Pensé que me moría.
- Sí.
- Gracias a Dios que estabas tú. Gracias a Dios.
- A veces es más fácil para los extraños.
- Estaba tan fuera de mí que no sabía qué hacer. Pueden pasar tantas cosas. La gente está tan enferma.- ¿No te gusta? Te la di porque creí que la cuidarías. A veces eres muy desconsiderada. Esta es mi muñeca. No puedes tratarla como la mierda.
-No, es mía.
- Sí, ahora está arruinada.- Enseño. Literatura comparada. Literatura italiana. Aunque me escapé ahora.
- Sí, literatura comparada.
- Sí.
– Vi que sabe muchos idiomas.
– No sé ninguno muy bien. Yo también perdí mucho tiempo.- Es como hablar de una película que vi en un idioma que no entendí bien.
– ¿Ves películas en idiomas que no sabes?
– Sí.
- ¿Sin subtítulos?
- Sí.- ¿Y dijiste que tus hijas tienen mi edad?
- Sí, 25 y 23. Bianca y Martha.
- ¿Se parecen a ti?
- La verdad, es difícil saberlo. Seguramente, sí.
- Porque eres hermosa.
- Y tú, un chico muy listo. Mi madre era muy hermosa. Cuando yo tenía la edad de Martha, sentía que ella no lo había compartido.
Como si, al crearme, se hubiese separado, como cuando alejas un plato si la comida es asquerosa. Con Bianca y Martha, es curioso. Lo que me parece más interesante son los parecidos secretos. ¿Sabes?Lo que hace seductora a Bianca, pero no a Martha y viceversa. Ellas me culpan a mí. Cuando yo era más joven, tenía pechos pequeños. Apenas di a luz, pechos grandes. Y Bianca tiene pechos grandes y Martha casi no tiene, como un varón. Y no se da cuenta de lo hermosa que es. Usa sostén con relleno, y eso la avergüenza un poco. Y piensa que le di lo mejor de mí a Bianca. Se siente desfavorecida.- Pero Bianca es totalmente diferente, ella nunca se permitiría sentirse desfavorecida. Absorbe todo de mí. Mis destrezas secretas. Dice que soy quisquillosa cuando pelo fruta. No me gusta romper la cáscara. Me gusta cuando la cáscara queda entera.
– Una tira.
– Una tira.
– Sí, muy estructurada.
– Sí. Ni siquiera sabía eso de mí.- Es domingo. Te toca.
- Es Columbia. Estoy trabajando.
- Yo me estoy ahogando.- Por favor, ¿le das un beso?
- Sí, siéntate.
- Mamá, por favor, ¿le das un beso?
- Siéntate. ¿Por qué lo hiciste?
- Quería pelarla como una serpiente como tú. Por favor, ¿le das un beso? Me duele en serio. ¡Mamá! Dale un beso. Por favor. Por favor.
- No puedo dejarte sola ni un minuto.Mi mamá solía marearse. Cada vez que se ponía de pie. Le pasaba siempre. Decía que era por pararse rápido. Pobrecitas, salieron de mi vientre, y las partes que me gustan más son las que no son mías. Así que no asumo la responsabilidad.
- Lo que hiciste ayer fue asombroso. No cambiarte de lugar.
- Pero no vuelvas a hacer algo así.
- ¿Por qué?
- Porque son mala gente.- Está volviéndome loca. Porque papi no está, ¿no? Papi se fue, y te la agarras conmigo. Está bien. Ven con la tía, cariño. Muy bien, mi niña grande.
- ¡Mi niña grande!
- Ve. Así tengo un minuto. A veces no puedo manejarlo.
- Te entiendo.- Nos la hacen difícil, ¿no? ¿No dijiste que eras primeriza?
- Así es.
- ¿Cómo eran tus hijas de pequeñas? ¿Eran testarudas como esta criatura?
- La verdad, no recuerdo mucho.
- No, nunca se olvida nada de tus propios hijos.
- ¿Esa es tu experiencia?
- Solo pregunté si tus hijas te la hicieron pasar mal cuando eran pequeñas. No lo recuerdo.
- ¿Estás bien?
- No lo recuerda. Estaba muy cansada.- Parece que hace rato que están caminando.
- Sí. Desde abril.
- Qué genial. ¿Puedo preguntarte la edad?
- Cuarenta y dos.
-Dios. La vida es muy diferente sin hijos.
- Yo tengo hijos. Tengo tres. Doce, nueve y siete. Están en Londres, con su madre.
- Entonces, ¿se fugaron juntos?
- Supongo.
- Sí, eso hicimos.Nos obligan a hacer tantas estupideces. Incluso desde niños.
- ¿Nos obligan?
- Sí. Lo que nos pasó es lo único que me pasó a mí desde que nací que tiene sentido.- Cuando llegué aquí, tomaba pulpos de las piedras con las manos. Los colgábamos de la soga de la ropa, como hacen las ancianas.
- Salud.
- Mi suegro decía que, en una época, se podía caminar de Martha’s Vineyard a Nantucket sobre el lomo de ballenas.
- ¿Está casado?
- No desde los años 80.Martha creció preocupándose por mí. Pobre, tan maternal, se fijaba que comiera, que no muriera de noche. Bianca es como el padre. Me hacía sentir que quería cambiarme. Como si su crueldad fuera por mi bien.
- Sí, les enseñé… les enseñé a nadar a todos. Salvo al menor.
- Lo siento mucho. Eso fue… soy muy mala.
- No. Mierda, señora. Yo también soy malo. Bienvenido al club.- Estoy leyendo un ensayo sorprendente sobre “La crisis” de Auden, de Leda Caruso, y me parece que ella se ha anticipado
a la reciente teoría de Ricœur sobre hospitalidad lingüística. Para ella, la hospitalidad se da al mantener la atención, aun en crisis. Como dice Simone Weil: “La atención es la forma más rara y pura de generosidad”.
- De pronto, dijo mi nombre. Y fue… fue una locura. Estaba… no, estaba hablando de la publicación de Auden. Decía que… decía que yo me había anticipado al trabajo sobre traducción de Ricœur… que yo me había anticipado al trabajo sobre traducción de Ricœur, y fue muy loco. Y parecía que los ojos de Cole iban a… se dio vuelta en cámara lenta. Estaba furioso.
- Leda Caruso está dentro de la mitología privada de Auden. Gracias a Dios, porque cuando uno intenta suprimir la duda, hay tiranía.- Me encantaron los chistes sobre sus nombres.
- Te hizo parecer más humano.
- ¿Humano? ¿En comparación a qué?
- A comparación de un dios.
- Tu nombre. Leda. Es muy provocativo.Quiero acostarme contigo. Pero parece que estás casada, así que tú deberás tomar la iniciativa.
- Odio hablar con mis hijas por teléfono.
- ¿Qué?
- Odio hablar con mis hijas por teléfono. A ellas tampoco les gusta.
- No digas eso.
- Es cierto.
- No digas eso.- Desde que se perdió la muñeca, me está volviendo loca. Algo le sucede. No duerme. Para nada. No duerme salvo que me acueste con ella. Y si me muevo… estoy muy cansada. Es preocupante.
- Lo recuerdo.
- Sé que me viste con Will. No quiero que pienses mal de mí.
- Yo no pienso mal de nadie.
- Sí. Sí, lo sabía. Apenas te vi… pensé: “Quiero ser como esa mujer”. Lo que viste no significó nada.
- ¿No?
- No. No dejo que pase a mayores. Solo… pero soy feliz. Soy feliz con Elena, con todo. Yo… conocí a mi esposo muy joven. Y está loco por mí. Y por ella. Dice que mis pechos son del tamaño exacto de sus manos. ¿Qué haría si te viera con Will? Me degollaría. No quiero hablar de él. Solo tengo cinco minutos hasta que Callie termine de comprar.
- ¿No quiere que hables conmigo?
- No quiere que haga un carajo. ¿A quién le importa? ¿Puedo preguntarte algo?
- Claro.
- ¿Qué pasó en la juguetería? Estaban hablando de tus hijas, y luego… pasó algo. ¿Sabes de qué hablo?
- Sí. Me fui. Cuando la más grande tenía siete y la más chica, cinco, me fui. Las abandoné y nos las vi por tres años.
- ¿No viste a tus hijas durante tres años?
- No.
- ¿Quién las cuidó?
- Su padre y mi mamá, y luego regresé a buscarlas.
- ¿Cómo se sentía no tenerlas?
- Se sintió increíble. Sentí que había estado evitando explotar y luego, exploté.
- Eso no parece increíble.- ¿Te quedarás en casa, mami?
- Hoy estoy en casa.
- ¿Puedes lavarme el cabello después de cenar?
- No puedo quedarme a cenar. Tengo que abordar un avión.
- Está bien.
- Pero les traje regalos. Y vestidos lindos.- Leda, ¿podemos hablar?
- Claro.
- Por favor, no hagas esto. Vamos, ¿qué necesitas? ¿Acaso debo ponerme de rodillas? ¿Quieres que me corte las pelotas? ¿Qué necesitas? Dime. ¿Aún tienes su pito en la boca que no contestas?
- Joe, no tiene que ver con eso.
- No me jodas.
- Lo dejé.
- ¿Lo dejaste? Felicitaciones, amor, eres una experta.
- ¿Crees que soy idiota? ¿Que soy imbécil?
- Por favor. Vamos. Son unas niñitas. ¿Cómo voy a hacer?
- Joe, estoy mareada.
- Irán con tu madre. Yo no puedo.
- ¿De veras?
- Sí.
- ¿Estás amenazándome? Eso es venganza. Es holgazanería. Si las llevas allí, se hundirán en ese oscuro agujero de mierda. En la mierda de la que vengo yo. Sí creo que eres imbécil. Mi madre ni terminó la escuela.- Mamá, ¿adónde vas? ¿Adónde vas, mamá?
- ¿Mamá?
- ¿Vas a regresar? ¿Cuándo vas a regresar?
- ¿Mamá?
- ¿Adónde vas, mamá?
- ¡Mamá! ¡Mamá!- Sí. Entonces, ¿quieres las llaves?
- Si te parece bien.
- No tiene mucho que ver conmigo.
- ¿No?
- Me dijiste que eras feliz con tu esposo.
- Así es.
- Que eras feliz en todo sentido.
- Lo soy. No lo sé. ¿Tú qué piensas?
- Que debes hacer lo que quieras.- ¿Esto pasará?
- ¿Qué?
- No sé cómo llamarlo. Tengo depresión o algo… pero ¿pasa?
- Pensé que estabas apurada.
- Así es. Si se sentía increíble, ¿por qué volviste con tus hijas?
- Soy su madre. Volví porque las extrañaba. Soy una persona muy egoísta.- ¿La encontraste? ¿Dónde la encontraste?
- No, me la llevé.
- ¿Por qué?
- No lo sé.
- ¿No lo sabes?
- No.
- Pero no entiendo. ¿Pensaste que la muñeca no nos hacía bien?
- Solo estaba jugando.
- ¿Jugando? Nosotros estábamos… hechos pedazos. Nos viste.
- Soy una madre antinatural.Lo siento mucho. No quiero nada de ti. Eres muy joven, y no pasa. Nada de esto pasa.
- ¿Hola?
- Bianca, habla mamá.
- ¡Mamá! ¡Martha!
- Están las dos.
- Hola, mamá.
- Martha, pequeña.
- Te dejé tantos mensajes que pensé que estabas muerta.
- ¿Muerta?
- Sí. ¿Estás bien, mamá?
- No, en realidad, estoy viva. Continúa. Cuéntame todo.Pélala como una serpiente larga. Que no se parta. Pélala como una serpiente larga.