Frases de la película El poder del perro
Cuando falleció mi padre mi mayor deseo era ver feliz a mi madre. ¿Qué clase de hombre sería si no ayudaba a mi madre? ¿Si no la salvaba?
- Hay una vaca muerta. Alejen el ganado.
- ¿Qué pasó?
- Ántrax. No la toquen.- ¿Sabes qué podemos hacer?
- ¿Qué?
- Acampar en las montañas otra vez y comer hígado de ciervo. Asarlo ahí mismo sobre las brasas, como nos enseñó Bronco Henry.- ¿Dónde estabas hace 25 años, Georgie boy?
- Contigo.
- Yo te diré. Eras un regordete inútil, muy tonto para ir a la universidad. Tuviste ayuda, gordo. Una persona en particular nos enseñó a ser ganaderos, para que triunfáramos.
- Bronco Henry.
- Entonces... Por nosotros, los hermanos Rómulo y Remo, y por el lobo que nos crio.- Me pregunto qué doncella hizo estas.
- Las hice yo, señor. Mi madre era florista. Las hice como las de nuestro jardín.
- Vaya, te pido disculpas. Realmente parecen de verdad.- En esa época, comíamos arenque y bebíamos mucho en la taberna. Una vez, Bronco apostó que podía hacer saltar cualquier caballo por sobre las mesas y sillas de la taberna apiladas en la calle. Le escogimos un caballo decrépito. Él ni se inmutó. Tomó su montura llevó el caballo hasta las mesas y sillas hablándole todo el tiempo acariciando la cabezota fea del caballo que olfateaba. Luego, lo montó retrocedió y...
- ¿Qué?
- Voló.
- ¿Saltó todo? Lograr que un caballo decrépito salte así es inaudito.- Lo que dijiste sobre su hijo esta noche, Phil la hizo llorar.
- ¿Tenía la oreja pegada a la puerta?
- Estaba llorando, Phil.
- ¿Qué diablos? Dije que su hijo debía reaccionar y empezar a actuar normal. Fue un comentario, nada más. Ella debería saberlo.- Conversé con la señora Gordon.
- Sí. La que te lloró en el hombro.
- La misma.
- Si le das confianza, acabarás pagando la universidad del chico afeminado.- Estuve pensando que deberíamos hacer una cena para presentarte a mis padres. Y tal vez también invitar al gobernador y su esposa. Hoy los vi en Herndon y... ya se los mencioné, más o menos. Quizá tendrías la gentileza de tocar algo en nuestro viejo piano.
- Pero no soy muy buena, George. Solo tocaba cuando proyectaban películas.
- Tu talento es más que suficiente para nosotros. La Vieja no sabe tocar nada, así que...
- Si es lo que deseas.- ¿Qué sucede, George?
- Yo... solo quería decir lo agradable que es no estar solo.- Hermano Phil fue un viaje tan bonito...
- Yo no soy tu hermano. Eres una vil manipuladora.- Phil. Yo... Yo solo...
- Adelante, escúpelo.
- Es sobre Su Señoría, el gobernador.
- Bien.
- Y... no tanto sobre Su Señoría sino sobre su esposa, a decir verdad... pensaba que a Su Señoría no le molestará tanto pero quizá a su mujer, sí.
- ¿Qué, por el amor de Dios?
- Es algo delicado de decir. Quizá le moleste que te presentes sin asearte primero.- Preguntan por ti.
- No me digas.
- Sí, contamos con tus dotes de conversador.
- No debí haber dicho lo que te dije de...
- Guárdense sus disculpas, los dos. No pienso ir.
- ¿Qué les digo? La Vieja quiere verte a ti también. Viene de lejos.
- Puedes decirles la verdad. Que apesto y que me gusta.- Rose... ¿Tocará algo para nosotros?
- Sí, George me dijo que toca muy bien.
- No, me falta práctica.
- Sí, nos encantaría.
- Vamos, practicaste mucho. Lo sabes.
- No sé qué tocar.
- ¿Por qué? Toca la que me gusta.
- ¿Cuál?
- La del gitano.
- No la recuerdo.
- Toca cualquier cosa.
- Lo lamento mucho. No puedo tocar.- Usted es Phil. Así que no lo devoró un puma.
- Todavía no.
- Lamento no haber podido platicar con usted. He oído que es brillante.
- Mantenga la distancia. Acabo de desmontar.- ¿Por qué no usa guantes?
- Porque no hacen falta.
- Capas 1500 cabezas y te cortas el pulgar en la última.- ¿Y ese?
- El afeminado.
- ¿Nuestro mesero?
- Sí, el mismo. Ahora vamos a verlo reptando seguido por aquí. Con esos ojos saltones. El pequeño lord.Excavaron en ese cementerio para construir la nueva carretera. Entre los enterrados ahí, había una amiga mía. Al torpe que conducía el tractor se le abrió el ataúd y vieron que el cabello le había seguido creciendo. Todo el ataúd estaba lleno de su hermoso cabello dorado. Salvo unos pocos metros del final en que eran canos.
- Peter... te gustaban los conejos.
- Sí. Me gustan. Pero para ser cirujano, necesito practicar.
- No quiero que los mates en la casa, Peter.Pobre del hombre que jamás desobedece a su madre.
- ¿Estás bien, mamá?
- Siento que los ojos se me saldrán de la cara.
- Es por Phil, ¿no? Es frío.
- Es un hombre como cualquier otro, Peter.- Peter.
- ¿Me llamó, Sr. Burbank?
- No veo a ningún Sr. Burbank aquí. Soy Phil.
- Sí, Sr. Burbank.
- A un joven como tú debe costarle llamar "Phil" a un viejo como yo, al principio. Ven a mirar esto. ¿Has trenzado alguna vez, Pete?
- No, nunca, señor.
- Peter, nosotros comenzamos con el pie izquierdo.
- ¿Sí, señor?
- Basta de decirme "señor". A algunos les pasa. Y luego se convierten en grandes amigos. ¿Sabes qué?
- ¿Qué, Phil?
- ¿Ves? Lo lograste. Me llamaste "Phil".- No dejes que tu mamá te haga afeminado.
- Es impresionante, Phil.
- Con solo estar ahí sentado aprenderás todo lo que necesitas saber sobre montar, y más. Esa montura era de Bronco Henry. El mejor jinete que conocí. En un acantilado al fondo de la hacienda hay unas iniciales y el año 1805 grabados. Debió ser alguien de la expedición de Lewis y Clark. Entonces había hombres de verdad. Podríamos salir solos por un par de días. Seguir aquellos senderos hasta el final. No me sorprendería si hubiera oro o minerales preciosos en esas rocas.
- ¿Mueren muchos terneros por los lobos?
- Siempre a unos pocos los devoran, caen con tendones cortados o con ántrax. La "pierna negra".
- Hablas sin parar. ¿Lo sabes?
- No sabía.
- Sí, así es.
- ¿Bronco Henry te enseñó a montar, Phil?
- Sí. Me enseñó a usar la vista de modos que otros no saben. Como aquella colina. La mayoría la mira y ve solo una colina. Cuando la miraba Bronco, ¿qué crees que veía?
- Un perro que ladra.
- Diablos. ¿Lo viste así de rápido ahora?
- No. Cuando llegué aquí. Parece un perro con la mandíbula bien abierta.
- ¿Lo viste así de rápido?
- Sí.- Peter, por favor, no hagas eso con el peine.
- No me di cuenta.
- Cuando era pequeña se me erizaban los pelos de la nuca con el chirrido de la tiza en la pizarra. La maestra Merchant. Era ella. Dibujaba estrellas de tiza junto a nuestros nombres en la pizarra. Quién sabe por qué estrellas. ¿Por qué no diamantes? ¿O corazones? ¿O espadas? ¿Por qué? Quién sabe por qué siempre estrellas.
- Porque las estrellas son inalcanzables.
- Sí. Pero no eran inalcanzables porque nos las daba.- ¿Sabes quién empezó a montar tan tarde como tú?
- ¿Quién?
- Bronco Henry. No cabalgó hasta que tuvo tu edad.Hola, Colita de algodón. Peter, veamos cuánto tarda en salir corriendo Colita de algodón. De niños, apostábamos cuántos troncos quitaríamos antes de que los animales salieran corriendo. Sigue ahí. El bicho tiene agallas. Las necesita para vivir. Mierda. Vamos. Sal. Se quebró la pata. Evítale más sufrimiento.
- Bronco Henry me dijo que la paciencia ante la adversidad nos hace hombres.
- Mi padre decía que son los obstáculos. Y que debemos eliminarlos.
- Otro modo de decirlo. Tú ciertamente tienes obstáculos. Eso es innegable, querido Pete.
- ¿Obstáculos?
- Tu madre, por ejemplo. Un día de estos... por cómo le da.
-¿"Cómo le da"?
- A la bebida, Pete. Cómo se emborracha. Habrás notado que pasó el verano ebria.
- Sí, lo sé. Antes no bebía.
- ¿No me digas?
- No. Jamás.
- Pero ¿y tu papá, Pete?
- ¿Mi padre?
- Sí, tu padre. Supongo que se aferraba a la botella. ¿Se emborrachaba? Hasta el último día. Luego, se colgó. Yo lo encontré. Y lo bajé. Creía que yo era poco amable. Demasiado duro.
- ¿Demasiado duro, tú? Se equivocaba. Pobre muchacho. Pero saldrás adelante.- ¿Crees que fue ella?
- ¿Que los vendió?
- Claro. Quizá incluso los regaló.
- ¿Por qué? ¿Por qué lo haría? Sabía que los necesitábamos.
- ¡Porque estaba ebria! ¡Beoda! ¡Totalmente borracha! Deberías saber, por los libros de tu papá, que tu mamá tiene... ¿Cómo se dice? Una personalidad alcohólica. ¡Está en la letra "A"! ¿No vas a decirle algo?
- ¿Decirle algo?
- Yo no diré nada pero, demonios, mi hermano George seguro que sí.
- Rose no está bien, Phil. Está enferma.
- ¿"No se halla bien"? Es hora de que tú y esa estúpida enfrenten algunos... ¿Cómo se llaman? ¡Hechos! Esconde botellas por toda la casa. Hasta bebe en el callejón apestoso. ¡Mírate la cara en el espejo! ¿Podría gustarle eso? ¿O nuestro dinero? ¡Despierta, carajo!
- Suficiente, Phil. ¿Qué importancia tiene? Los cueros iban a quemarse.
- Los necesitaba. Los necesitaba.
- Pues, te pido disculpas.
- ¡Eran míos! ¡Los necesitaba!- ¿Phil? Phil, tengo... Tengo tiento para terminar la soga.
- ¿Tienes tiento? ¿Qué haces tú con tiento?
- Corté un poco. Quería ser como tú. Quédatelo, por favor.
- Es muy amable de tu parte, Pete. Te diré una cosa. A partir de ahora, todo irá viento en popa para ti.
- ¿Y sabes qué? Me pondré a trabajar. Terminaré la soga esta noche. ¿Me harás compañía?
- ¿A qué edad conociste a Bronco Henry?
- Más o menos, a la tuya.
- ¿Era tu mejor amigo?
- Sí. Lo era. Más que eso. Una vez me salvó la vida. Estábamos en las colinas cazando ciervos, y el clima se puso feo. Para mantenerme vivo, Bronco se acostó conmigo en un saco de dormir. Nos dormimos así.
- ¿Desnudos?- Estoy desconcertado, me temo. Tendré los resultados en uno o dos días. Las convulsiones del final...
- ¿Sí?
- Fueron terribles, realmente tremendas.
- ¿Sabe qué creo?
- ¿Qué?
- Ántrax.
- Pero él nunca tocaba animales enfermos. Era muy cuidadoso con eso."Libra de la espada mi alma. Mi vida, del poder del perro".