Frases de la película Atrévete a amar
Me gustan los juegos de contar, brincar es de tontos.
Las escondidas son entretenidas también.
La disciplina es la base del respeto. Y sin respeto se acaba la civilización. Es lo que hace funcionar a la ciudad.
Nos separaron. Nunca pensamos que lo harían.
¡La vulgaridad no tiene nada que ver con la educación ni con la academia, señorita Kowalsky!
Los amigos son como los lentes. Te hacen lucir inteligente, pero cuesta sacártelos de encima. Son fatigantes. ¡Por suerte hay algunos geniales! Yo tengo a Sophie.
Cierra tus ojos. Ciérralos con fuerza. ¿Puedes escuchar cuánto te amo? Eso es lo que importa.
- ¿Qué serás cuando crezcas?
- Un tirano.
- ¿Un tirano? ¿Y los esclavizarás a todos?
- Sí, tendré un harem y muchos esclavos. Los torturaré a todos los martes. ¿Y tú?
- Bueno... yo... es una tontería...
- ¡Dímelo!
- No.
- ¡Dímelo ahora!
-- Deseo ser un flan, un flan con albaricoques. O crudo, un poquito caliente, en una pastelería fina.
- ¿Un flan? Estás segura?
- Claro. No hay nada más rico para comer que un flan.¿Te atreves o no?
Las mujeres somos más finas que los hombres. Es mejor ser amigos.
Algo se rompió esa noche. Y no me refiero a la taza. En ese momento sólo quería dormir.
Las reglas del juego son tontas.
Bésame ¿te atreves?
- ¿Cómo puedes salir con semejante sujeto?
- Estoy cansada de estar afuera por la noche.El matrimonio no es algo que puedas hacer solo.
Nada parecido al tirano que alguna vez quise ser.
La vida me cambió y también la muerte.
¿Te atreves a mantener el silencio por 10 años?
Es mejor que las drogas, cocaína de alta pureza, crack, caña india, LSD, alucinógenos, cannabis, extasis. Mejor que el sexo, mamadas, fiestas rave y relaciones complicadas. Mejor que la comida, que la mantequilla de maní que comía de chico. Mejor que Lucas, a finales del 2001. Que el baile de Marylin, la Schtroumpfette, Lara Croft , que la mejor pieza teatral montada. Mejor que Jimmy Hendrix, que Armstrong. Mejor que salir a dar una vuelta con Santa Claus. Mejor que Bill Gates, que los trances del Dalai-Lama. Mejor que la testosterona o el colágeno en los labios de Pamela Anderson. Mejor que las drogas de Rimbaud, de Morrison. Mejor que la libertad. Mejor que la vida.
Para ganar este juego, debemos tener una bonita caja. Y una bonita amiga. Nada más importa.
Un sueño de amor sin final.