Frases de la película Largo domingo de noviazgo
El cable del teléfono era el único lazo con el mundo de los vivos.
Por ella, le dieron 5 años de prisión por asuntos de corazón, o de honor según si se trataba de hombres o mujeres.
Le faltaban 5 meses para cumplir 20 años, en esos momentos, tenía miedo a todo, a los cañones franceses que tiraban muy cerca, al viento anunciador del gas, a los limpiadores de trincheras, a las ejecuciones. Sin embargo no era el mismo antes de la guerra, al contrario desafiaba las tormentas cuando socorría los faros de alta mar.
Cuando Mathilde y Manech hicieron el amor por primera vez él se durmió con la mano apoyada en su pecho. Cada vez que su herida duele Manech siente el corazón de Mathilde latir en su palma y cada pulsación lo acerca a ella.
Si Manech muriera, Mathilde lo sabría, desde el aviso de muerte, se aferra a su intuición obstinadamente, como de un hilo.nNunca pierde esperanza Mathilde es feliz por naturaleza, dice que si ese hilo no la lleva a su amante no hay problema,no pasa nada siempre podrá estar atada a él.
- Dime pequeño, ¿no tienes a quién escribirle?
- Tienes una novia, ¿no?
- Mathilde.
- Se llama Mathilde su novia.
- Mathilde. Siento su corazón, como código Morse, vamos a casarnos, lástima que nos condenaron, sino habríamos esperado el fin de la guerra.Mathilde si no puedes llorar, prueba de hablar, si no puedes hablar, no digas nada, pero sabes, hay veces que cuando empezamos a hablar es cuando nos ponemos a llorar , Y llorando, decimos lo que no podemos decir hablando.
Mathilde no necesita llegar a las últimas peripecias de su imaginación, para alcanzar el placer. Pero desde que desapareció, no puede pensar en su novio cuando se contenta.
Cuando conocí a mi marido, tenía cuatro hijos de su primer matrimonio ninguno era suyo. Por amistad se había casado con una joven viuda tuberculosa de nacionalidad polaca, como yo, reconoció a sus hijos antes que ella muriera. Yo era madre soltera de una niña de 3 años. Cuando empezamos juntos, se encontró padre de cinco niños sin que él pudiera engendrar ninguno, tuvimos cuatro años de felicidad, teníamos muchos planes; soñábamos poder ver el mar una vez en la vida. Pero llegó la guerra.
Es curioso, cuando sonríes, se abre un paréntesis. Vamos, una última pequeña sonrisa para cerrar el paréntesis.
Al poco tiempo, no fue el miedo lo que atormentó a mi marido sino los celos. ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cuántas veces? ¿En qué posiciones? ¿Lo disfrutaste? Se convirtió en una tortura para él y para mí.
La falsa esperanza sólo produce sufrimiento.
Hay forzosamente un código, pero el sistema de claves de los enamorados no se resuelve ni con inspiración divina.
Parece una princesa india sobre su elefante, con sus perros el día de la gran caza a la tristeza.
Estaba seriamente herido pero tu prometido quería vivir. Lo vi en sus ojos, lo cargué en mis espaldas y caminé a lo largo de la trinchera. Hervía de fiebre, sentía su calor sobre mi espalda. Deliraba también, hablaba de un corazón que latía en su mano.
Ella se preparó lo mejor que pudo: De blanco para ser fresca un poco de rojo en los labios por las circunstancias, sombra en los ojos, pero sin negro que alargue las pestañas las pestañas. Ella sabe que el resultado da cuando una se quiebra.
¿Por qué lloras? Y Mathilde se quedó sentada muy derechita, cruza sus manos sobre sus rodillas y lo mira, en la caricia del aire, y la luz del jardín, Mathilde lo mira, ella lo mira...