Frases de la película 300
Cuando el niño nació, como todos los espartanos fue examinado. Si hubiera sido pequeño, o débil, o enfermo, o deforme habría sido descartado. Desde el momento en que pudo permanecer de pie fue bautizado en el fuego del combate. Enseñándole a nunca retirarse, nunca rendirse enseñándole que morir en el campo de batalla sirviendo a Esparta era lo más glorioso que podría conseguir en su vida.
Debió cazar para ser probado, arrojado a la tierra salvaje. Debió medir su ingenio y su voluntad contra la furia de la naturaleza. Esa fue su iniciación. Su tiempo en la tierra salvaje. Ya que regresaría con su gente como un espartano o no regresaría.
Han pasado más de 30 años desde el lobo y el frío invierno. Ahora, como en ese entonces, una bestia se acerca. Paciente y segura, saboreando la comida que llega. Esta bestia está hecha de hombres y caballos, espadas y lanzas. Un ejército de esclavos, inmenso más allá de la imaginación listo para devorar a la pequeña Grecia. Listo para extinguir la única esperanza del mundo por la razón y la justicia.
Al final, la verdadera fuerza del espartano es el guerrero que está a su lado. Así que dale respeto y honor a él. Eso te será devuelto a ti. Primero, peleas con la cabeza. Luego peleas con el corazón.
- ¿Qué hace creer a esta mujer que puede hablar entre hombres?
- Que sólo las mujeres de Esparta dan a luz a verdaderos hombres.- Escoge tus próximas palabras cuidadosamente, Leónidas. Pueden ser tus últimas como rey.
- Tierra y agua.
- Loco. Eres un loco.
- Tierra y agua. Encontrarás mucho de ambas ahí abajo. Ningún hombre, persa o griego...
- Ningún hombre amenaza a un mensajero.
- Trajiste tus coronas y tus cabezas de reyes conquistados a las escalinatas de mi ciudad. Insultaste a mi reina. Amenazaste a mi gente con esclavitud y muerte. He elegido mis palabras cuidadosamente, persa. Quizás deberías haber hecho lo mismo.
- Esto es blasfemia. ¡Esto es locura!
- ¿Locura? ¡Esto es Esparta!En ese corredor estrecho, sus números no significarán nada. Oleada tras oleada de cada ataque persa se estrellará contra los escudos espartanos. Las pérdidas de Jerjes serán tan grandes sus hombres tan desmoralizados que no tendrá más alternativa que abandonar su campaña.
Consultaremos al Oráculo. Mística de viejos enfermos. Remanentes sin valor del tiempo antes de que Esparta ascendiese de las tinieblas. Remanentes de una tradición sin sentido. Una tradición que ni siquiera Leónidas puede desafiar. Ya que debe respetar la palabra de los éforos. Ésa es la ley. Y ningún espartano, sujeto o ciudadano hombre o mujer, esclavo o rey, está por encima de la ley.
- Tus labios terminarán lo que tus dedos han comenzado. ¿El oráculo también te ha despojado del deseo?
- Tomará más que las palabras de una adolescente ebria para acabar con mi deseo por ti.Sólo las palabras de una mujer deberían afectar el humor de mi esposo. Y son las mías.
¿Qué debería hacer un hombre libre?
- ¡Espartano!
- ¿Sí, mi señora?
- Regresa con tu escudo. O sobre él.Adiós, mi amor. Él no lo dijo. No hay lugar para la sensibilidad. No en Esparta. No hay lugar para la debilidad. Sólo los duros y fuertes pueden llamarse a sí mismos espartanos. Sólo los duros, sólo los fuertes.
- Veo que me equivoqué esperando el compromiso de Esparta de al menos igualar a los nuestros.
- ¿De verdad? Tú, ahí... ¿Cuál es tu profesión?
- Soy alfarero, señor.
- Y tú, arcadio, ¿cuál es tu profesión?
- Soy escultor, señor.
- Escultor. ¿Y tú?
- Soy herrero.
- Espartanos, ¿cuál es su profesión?¿Ves, viejo amigo? Traje más soldados que tú.
Esos son nuestros mares, perros sin madre mientras son abrazados por los brazos afectuosos de Grecia.
Zeus apuñala los cielos con rayos. Y agita los barcos persas con vientos huracanados. Glorioso. Sólo uno de nosotros mantiene su reserva espartana. Sólo él. Sólo nuestro rey.
- ¿Por qué sonríes?
- Arcadio, he peleado innumerables veces y nunca encontré un adversario que me ofreciera lo que los espartanos llamamos una hermosa muerte. Sólo puedo esperar que con todos los guerreros del mundo unidos contra nosotros tal vez haya uno que esté a la altura.- Nuestros ancestros construyeron este muro usando piedras antiguas del seno mismo de Grecia. Y con una pequeña ayuda de Esparta tus exploradores persas suministraron la argamasa.
- ¡Pagarán por su salvajismo!
- ¡Mi brazo!
- Ya no es tuyo.
- Vete. Regresa y dile a tu Jerjes que aquí enfrenta a hombres libres. No a esclavos. Hazlo rápido. Antes de que decidamos hacer
- Entonces pelearemos en la sombra.Mi padre me entrenó para no sentir miedo. Para hacer de la lanza, el escudo y la espada tan parte de mí como mi propio corazón. Ganaré la armadura de mi padre, noble rey sirviéndole a usted en batalla.
Tu padre debió haberte dicho cómo funciona nuestra formación. Peleamos como una sola e impenetrable unidad. Esa es la fuente de nuestra fuerza. Cada espartano protege al hombre a su izquierda del muslo al cuello con su escudo. Un solo punto débil y la formación se hace añicos. Del muslo al cuello, Efialtes. Lo siento, mi amigo. Pero no todos nacemos para ser soldados.
¡Aquí es donde ellos mueren! ¡Sobre estos escudos, muchachos! Recuerden este día, hombres porque éste será suyo por todos los tiempos.
No les den nada. Pero tomen todo de ellos.
- Hay mucho que nuestras culturas pueden compartir.
- ¿No has notado que hemos estado compartiendo nuestra cultura toda la mañana?Masacrar a todos esos hombres tuyos me ha dejado un desagradable calambre en la pierna. Así que arrodillarme me será difícil.
- Borraré incluso la memoria de Esparta de las historias. Cada pedazo de pergamino griego será quemado. A cada historiador griego y a cada escriba se les arrancarán los ojos y se les cortará la lengua mientras que honrar el nombre de Esparta o de Leónidas será castigado con la muerte. El mundo ni siquiera sabrá que ustedes existieron.
- El mundo sabrá que hombres libres resistieron contra un tirano. Que unos pocos resistieron contra muchos. Y antes de que esta batalla termine que incluso un Rey Dios puede sangrar.El Rey Dios ha dejado traslucir un defecto fatal. Arrogancia. Fácil de provocar. Fácil de engañar. Antes de que las heridas y la fatiga hicieran mella el encolerizado rey nos arroja lo mejor que tiene. Jerjes ha mordido el anzuelo.
Y un hombre que cree ser un dios siente un escalofrío muy humano recorrer su columna.
Los gritos de dolor del capitán por la pérdida de su hijo eran más atemorizantes para el enemigo que el sonido de los tambores. Demandó tres hombres contenerlo y regresarlo a nuestro lado.
Encontrarás que soy generoso. A diferencia del cruel Leónidas que te exigía mantenerte de pie yo sólo requiero que te arrodilles.
Eres tan necia como Leónidas si crees que los hombres no tienen un precio en este mundo. Todos los hombres no nacen iguales. Es el código espartano, mi pequeña reina.
- ¿Qué tienes tú para ofrecer a cambio de mi ayuda para enviar a nuestro ejército al norte? ¿Qué quiere un realista de esta reina?
- Creo que lo sabes.
- Esto no terminará rápidamente. No disfrutarás esto. No soy tu rey.- ¿Te has vuelto loco? Ahora no se puede tener la gloria. Sólo retirarse o rendirse o morir.
- Esa es una decisión fácil para nosotros, arcadio. Los espartanos nunca se retiran. Los espartanos nunca se rinden. Vete. Corre la voz. Deja que todos los griegos que estén reunidos sepan la verdad de esto. Deja que cada uno de ellos busque su propia alma. Y mientras haces eso busca la tuya. Mis hombres se irán conmigo.Agrúpense. No retirarse. No rendirse. Esa es la ley de Esparta. Y por la ley de Esparta, nos quedaremos y pelearemos. Y moriremos. Una nueva era ha comenzado. Una era de libertad. ¡Y todos sabrán que trescientos espartanos dieron su último aliento para defenderla!
- Estoy listo para la batalla.
- Eres uno de los mejores. Pero tienes otro talento a diferencia de cualquier otro espartano. Le llevarás mis órdenes finales al Concejo con fuerza y vigor. Cuéntales mi historia. Haz que todos los griegos sepan qué pasó aquí. Tienes un gran relato para contar. Un relato de victoria. Victoria.
- Sí, mi señor.
- Señor, ¿algún mensaje para la reina?
- Nada que necesite palabras.¡Espartanos! Preparen su desayuno y coman abundantemente. ¡Porque esta noche cenaremos en el infierno!
- Esto no terminará rápido. No disfrutarás esto. No soy tu reina.
- Traidor.
- Traidor, traidor.Han pasado más de 30 años desde el lobo y el frío invierno. Y ahora, como en ese entonces, no es miedo lo que lo invade. Sólo excitación. Una percepción aumentada de las cosas. La brisa marina besa frescamente el sudor de su pecho y su cuello. El graznido de las gaviotas quejándose mientras devoran los miles de muertos flotantes. La firme respiración de los 300 a su espalda. Dispuestos a morir por él, sin un momento de pausa. Cada uno de ellos, preparado para morir. Su yelmo es sofocante. Su escudo es pesado.
Su yelmo era sofocante. Limitaba su visión. Y necesitaba ver lejos. Su escudo era pesado. Le hacía perder el equilibrio. Y su objetivo estaba lejos.
Los ancianos dicen que los espartanos descendemos del mismo Hércules. El audaz Leónidas da testimonio de nuestro linaje. Su rugido es largo y fuerte.
- Mi rey.
- Es un honor morir a tu lado.
- Es un honor haber vivido a tu lado.Mi reina. Mi esposa. Mi amor. Recuérdennos. La orden más simple que un rey puede dar. Recuerden por qué morimos. Él no deseaba tributos ni cantos. Ni monumentos, ni poemas de guerra y valor. Su deseo fue simple. Recuérdennos me dijo. Esa era su esperanza.
Allí nomás, los bárbaros se amontonan. Caen en pánico, apretando sus corazones con manos heladas sabiendo más que bien qué horrores inhumanos sufrieron bajo las espadas y lanzas de los 300. Sin embargo, están aquí mirando, a través de la planicie a 10.000 espartanos, comandando a 30.000 griegos libres. El enemigo nos excede en número apenas por 3 a 1. Buenas posibilidades para cualquier griego. Este día, salvaremos al mundo del misticismo y la tiranía y nos conduciremos a un futuro más brillante que cualquier cosa que podamos imaginar. Den gracias, hombres a Leónidas y a sus valientes 300. ¡Hasta la victoria!